VIAJAR, VIVIRLO Y CONTARLO: Bogotá de negocios
- Luis Felipe Buitrago
- 8 dic 2015
- 10 Min. de lectura

Algunas veces tenemos que viajar por negocios a ciudades que nos brindan un sinfín de alternativas en cuanto a lugares que visitar, gastronomía, compras, rumba y cualquier actividad que uno pueda desear. Bogotá es una de esas ciudades donde los días que se esté en ella no alcanzan para disfrutar todo lo que se quiere hacer.
Los viajes de negocios son, normalmente, viajes que se realizan con poca antelación y su planificación se enfoca en poder estirar el día para poder cumplir todas las citas que se tengan en la agenda de visitas. Se comienza buscando en internet los tiquetes aéreos los cuales siempre consigo en www.avianca.com más baratos o con mejores horarios que en otras aerolíneas. El proceso de compra es rápido y sencillo y se puede pagar en línea o imprimir un recibo para pagar en banco. Lo siguiente es reservar el hotel, lo cual se hace también por internet ya que se consiguen mejores tarifas gracias a la oferta de los mayoristas de viajes quienes ofrecen descuentos que nunca se van a conseguir directamente con el hotel. En esta ocasión nos quedamos en el Cosmos 100 por ubicación y precio. Es importante estar bien ubicado cuando se va a visitar a varios clientes y tratar de quedar equidistante o con fácil salida hacia cada uno de ellos.
Listos todos los detalles iniciamos el viaje un miércoles. En esta ocasión viajo con dos asociados que vienen desde San Juan de Puerto Rico y tomamos vuelos que llegaban a Bogotá a la misma hora. Llegamos de noche y nos reunimos en la llegada de vuelos internacionales del aeropuerto El Dorado Terminal 1. Este es un gran aeropuerto con grandes espacios y muy fácil de recorrer debido a que es lineal. Sus instalaciones son modernas y está lleno de locales que ofrecen de todo lo que se quiera, desde alimentos hasta librería, salón de belleza, droguería, postres, etc.
Nos esperaba Fernando, el conductor de la empresa de servicios especiales a la que le solicitamos transporte para nuestra estancia. Rápidamente salimos hacia el hotel y recorrimos sin inconvenientes ni demoras las vías que nos conducirían a nuestro destino en la calle 100. En el hotel nos recibieron muy amablemente y logramos hacer un check in en cuestión de pocos minutos para poder acomodarnos en nuestras habitaciones, las cuales ofrecen un gran confort y tienen lo necesario para nuestra estancia.

Esa noche bajamos a comer algo ligero al restaurante del hotel donde pedimos un ceviche de corvina, una Capresse caliente y una hamburguesa. La elección fue muy acertada. Todo destacó por su sabor y la presentación de cada uno de los platos. El tamaño también dejó una gran impresión. Acompañamos nuestras comidas con cerveza Club Colombia y una limonada. Gran atención de los meseros y una excelente labor de la cocina.
La primera noche fue tranquila aunque hizo un poco de calor. Las almohadas de la cama extra grande tenían diferentes texturas y dureza por lo que se puede escoger con cuál se va a dormir con mayor comodidad. El colchón no era nada del otro mundo pero permitió dormir bien sin incomodidades. Un pequeño closet permite sacar la ropa de la maleta y colgarla para evitar que se arrugue demasiado. Un escritorio amplio, una neverita surtida y una poltrona con su mesita complementan la habitación para ofrecer confort al huésped. El baño no era grande pero si tenía el espacio suficiente para una persona. La ducha tipo lluvia con agua caliente al instante resultó ser muy agradable con la temperatura de la capital.
El jueves bajamos temprano a desayunar. EL ascensor panorámico brinda una vista del salón comedor y la recepción así como de los pasillos de los pisos de la torre. La gente ya está bastante activa y se ve toda clase de gente en las mesas. La mayoría son viajeros de negocios que van solos o en pequeños grupos, como el nuestro, y también se ven algunas parejas en viaje romántico y familias de vacaciones.
El desayuno es tipo bufet y bastante variado con gran cantidad de alternativas para todos los gustos, desde los naturales y ligeros con fruta, yogurt, jugos y cereales hasta los más completos con huevos al gusto, jamones, quesos, panes, pancakes , waffles, café, chocolate. Los meseros están muy atentos a los comensales haciendo del desayuno una buena experiencia.
Luego de desayunar nos dirigimos a visitar a nuestro primer cliente en la zona de Fontibón. El viaje es lento debido al gran volumen de vehículos que circulan por las calles bogotanas. Una vez más realizamos el recorrido con un vehículo de servicio especial que nos recogió en el hotel y nos llevó a nuestro destino, esperando que nos desocupáramos para llevarnos de vuelta. El recorrido permite apreciar un paisaje urbano que tiene mucha variedad. Nuestro recorrido nos lleva por diferentes sectores de la ciudad pasando por residenciales a comerciales y terminando en el sector industrial. La ciudad presenta cambios de paisaje bruscos de una cuadra a otra debido a la edad de las construcciones donde las nuevas logran un entorno muy bonito que contrasta con las construcciones viejas y deterioradas de otros sectores aledaños, donde predomina la contaminación visual y los grafitis urbanos.
Luego de nuestra reunión disponemos de tiempo suficiente para almorzar por lo que decidimos ir al parque de la 93 a buscar un restaurante que nos guste. Luego de dar la vuelta por el parque y de ver las alternativas que van desde hamburguesas de cadena, gourmet, pescaderías, carnes, comida internacional, japonesa y oriental, nos decidimos por entrar a Wok, un restaurante de comida oriental donde se encuentran opciones de comida japonesa, tailandesa, vietnamita, y camboyana y que es uno de los más concurridos del sector. Entramos temprano por lo que pudimos conseguir una mesa privada ya que la mayoría de las mesas son largas y la gente se sienta donde encuentre lugar unos con otros, al verdadero estilo oriental. Pedimos una entrada ligera y los platos fuertes que tienen un buen tamaño y son realmente ligeros y apropiados para un almuerzo previo a una reunión de trabajo. Los jugos naturales y los postres tienen una gran variedad e importancia en el menú.
Finalizamos el almuerzo y decidimos tomar un café en Oma donde el ambiente es muy agradable y su mocachino con crema batida es sencillamente espectacular. Atravesamos nuevamente el parque y caminamos unas pocas cuadras a nuestro siguiente destino. Caminar en ese sector lo transporta a uno a otra parte. Es sumamente relajante y tranquilo, lleno de árboles que brindan sombra y frescura al sector así como le dan un aire característico y personalidad propia a cada paso que se da. Los edificios son pequeños permitiendo un paisaje urbano sumamente agradable a la vista con el fono del cerro a un costado. El clima es muy rico si no llueve y provoca quedarse caminando todo el tiempo.
A media tarde salimos a nuestro siguiente destino en el centro de la ciudad. Tomamos la avenida circunvalar desde donde se aprecia una vista panorámica de la ciudad que deja mudo a cualquiera. Se ven las edificaciones, las calles, los vehículos y el movimiento y vida de la ciudad en todo su esplendor. Además se aprecia casi toda la ciudad desde el cerro. Cuando no hay vista panorámica se aprecian algunos de los mejores sectores de la ciudad en el recorrido así como colegios, universidades naturaleza y uno que otro sector deprimido.
EL centro de Bogotá es enorme y nosotros solo llegamos hasta un sitio cercano a la circunvalar y la avenida séptima, vía que atraviesa de norte a sur y de sur a norte la ciudad. Llegamos a un edificio de tres o cuatro pisos en el que funcionan las instalaciones de nuestro potencial cliente. Debido a la cantidad de equipos de cómputo en el lugar, hacía mucho calor por lo que era necesario el uso de aire acondicionado. Eso es algo que se repite en muchas oficinas en Bogotá. El clima está cambiando al punto que no es raro ver que en muchas partes hay aire acondicionado o hace mucho calor en los espacios cerrados.
Nuestro regreso al hotel se dio al final de la tarde y aprovechamos para ir caminando entre el mar de gente que sale del trabajo y se dirige a los paraderos de buses, a los parqueaderos, a sitios cercanos, llenando las aceras de una marea humana donde se confunden todos los estratos sociales y las diferentes ocupaciones de las personas que poco a poco llenan las vías peatonales y los senderos especiales para bicicletas. Al caer el sol el clima comienza a sentirse frio y es muy agradable para caminar.
Como en todo buen viaje de negocios, lo que más se visita además de clientes son los restaurantes, decidimos ir a la zona de la calle 85 cercana al centro comercial Andino a dar una vuelta a pie y buscar un buen restaurante donde comer. El ambiente del sector es indescriptible. No hay mucha luz pero tiene la iluminación necesaria para ver bien. No es silencioso pero flota un murmullo bullicioso que producen los vehículos de las calles cercanas, la gente en los andenes, en los restaurantes, las terrazas; la música y la cantidad de personas que lo invitan a uno a entrar a cada lugar por donde pasa. La vegetación produce efectos de sombras agradables y el centro comercial Andino se alza como un bloque arquitectónico muy agradable a la vista. Es sin duda alguna un lugar donde ir a caminar, comprar, comer o simplemente disfrutar de un buen café o una copa de vino caliente.
Los sitios del sector, donde abundan los restaurantes y bares, están llenos, con filas interminables de personas queriendo entrar a comer o tomar algo. Así buscamos un lugar especializado en carnes y después de intentar en varios sitios, terminamos comiendo en Di Lucca, restaurante italiano que no se especializa en carnes (es más, en el menú en la sección de carnes solo ofrece ternera) pero en el que contamos con la suerte de encontrar una mesa que estaba reservada pero que los comensales nunca llegaron y las hostess del lugar nos ubicaron en ella rápidamente.
En Di Lucca hay dos ambientes, uno en la terraza exterior (donde nos ubicaron) y otro dentro de la casa, bastante amplia y con un mezzanine lleno de mesas todas ocupadas. La atención es bastante buena. Y la comida es sencillamente deliciosa. Desde que nos ubicaron en la mesa, nos explicaron la carta, tomaron el pedido, nos sirvieron la cena y el postre hasta que nos fuimos el servicio fue de primera.
Regresamos al hotel en un taxi llamado a una estación de taxis de la ciudad. Nos recogió un taxi tipo “zapatico” como la mayoría de los que circulan por la ciudad. El recorrido al hotel fue corto pero la experiencia fue eterna. El conductor iba a gran velocidad, el carro olía gases de gasolina, humor de todas las personas que lo habían ocupado y el inconfundible aroma del “golpe de ala” del conductor, quien se la pasó hablando por celular todo el recorrido y no hacía uso de su cinturón de seguridad. Una experiencia que no se quiere repetir.
El viernes fue más relajado, la primera reunión era a media mañana y bastante cerca del hotel. Bajamos a desayunar tipo 8:00 de la mañana y nuevamente el buffet del hotel llenó las expectativas en cuanto a variedad y sabor. Sencillamente delicioso en un ambiente bastante agradable. Tomamos un carro de servicio especial en el hotel y nos dirigimos a nuestra reunión. El día estaba bastante agradable y eso logró amainar un poco la desesperación por el tráfico que encontramos. Demoramos 35 minutos en llegar a nuestro destino. Por efecto de la congestión de tránsito, la conversación preparándonos para la reunión y la cantidad de vueltas que dimos, el conductor se pasó varias cuadras de nuestro destino. Nos bajamos en el parque de la 93 y recorrimos el trayecto caminando. Nuevamente el clima es propicio para ello.
Llegamos a un edificio de pocos pisos en el cual nos recibieron amablemente y nos anunciaron con la persona que nos atendería. Las instalaciones son bastante singulares por su creatividad. El ascensor está decorado como un vagón de metro y así cada rincón de las oficinas creativas tienen algo distintivo. Nos reunimos en una sala de juntas con amplios ventanales que permiten una vista maravillosa al cerro apreciando la silueta urbana del sector en que nos encontramos. Al finalizar teníamos tiempo de caminar hasta el hotel para evitar el volver a sufrir el trauma vehicular.
Llegamos al hotel y fuimos a que Luis, uno de mis asociados, comprara café colombiano. Cerca al hotel hay una tienda Juan Valdez y allí pudo ver la amplia variedad de café que se produce en Colombia y decidió llevarse un paquete de cada uno para probarlos todos. Regresamos a refrescarnos para almorzar. Nuevamente escogimos el hotel por evitar entrar al tráfico y no perder tiempo en desplazamientos. Aproveché para reunirme con un amigo de la universidad y ponernos al día después de no vernos por casi 20 años.
Nos dirigimos a nuestra última reunión así que realicé rápidamente mi check out y salimos a recorrer un trayecto relativamente corto. Nuevamente el tráfico hizo gala de su poder de caos. Pasábamos hasta 5 minutos detenidos en cada oportunidad, razón por la cual llegamos tarde al canal de televisión donde teníamos la cita. Nos registramos para entrar y comenzó a llover. Pudimos llegar al edificio donde nos esperaban y comenzamos la reunión. Después de la presentación vinieron las preguntas y finalmente nos despedimos.
Personas muy agradables nos recibieron en todas nuestras reuniones y esperamos que surjan negocios con ellos y otras más para poder seguir visitando esta ciudad. Tomé un taxi hasta el aeropuerto y esperé mi vuelo un par de horas. Tuve tiempo de visitar la librería para comprarle a mi hijo un libro en inglés, regalo que el aprecia muchísimo, y para en varios puestos a ver qué compraba para mi esposa y mi bebe. El aeropuerto estaba lleno de gente pero aun así intenté cambiar mi vuelo por uno más temprano, lo cual logré con éxito al segundo intento para poder llegar así a casa hora y media antes a ver a mi familia.
RECOMENDACIONES:
Si su viaje es de negocios, lleve lo necesario para no pasar apuros. Consulte el código de vestido de la ciudad que visita y de la industria específica. No lleve corbata si no es necesario, vístase como se visten los locales.
Tenga en cuenta que en Bogotá los viernes son informales en muchas empresas. Si el sitio que visita es entidad oficial u oficina gubernamental debe vestir formalmente.
Empaque sus herramientas, artículos de promoción, presentaciones o bocetos de manera que no se le dañen ni altere su presentación ni empaque.
Disfrute de trabajar en otra ciudad, eso le hará trasmitir una buena energía a sus interlocutores.
Si no conoce bien la ciudad no maneje, pierde mucho tiempo buscando direcciones y sitios de parqueo. Es mejor contratar un servicio de vehículo por horas o por día. Incluye conductor, no tienen restricción de pico y placa y no tiene que preocuparse por el gasto de combustible.
Consulte en internet los sitios turísticos cercanos a los lugares que visitará en su agenda de trabajo, es posible que le quede algo de tiempo y así sabrá a donde ir.
FOTOGRAFIAS .
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