MI EXPERIENCIA EN JACK BISTRO - BARRANQUILLA
- Luis Felipe Buitrago
- 20 mar 2016
- 5 Min. de lectura

Buscando donde comer un sábado en la noche, repasamos las opciones que tenemos y nos decidimos por una que nos habían recomendado mucho por su comida, su ambiente y la especial atención de su personal: Jack Bistró. Ubicado en la carrera 51 B con calle 79 de la ciudad de Barranquilla se encuentra este sitio acogedor y mágico desde su fachada hasta el más mínimo detalle.
Reservamos a las 8 pm y llegamos pasados 10 minutos de la hora. Desde que nos recibieron el vehículo en el servicio de valet parking nos preguntaron si teníamos reserva para garantizar nuestra atención ya que el restaurante estaba totalmente reservado a esa hora. En la entrada nos recibió la Hostess con lista en mano para verificar la reservación y ubicarnos en nuestra mesa la cual estaba lista con el servicio para dos personas.
Nos atendió un mesero muy amable de nombre Luis, quien nos ofreció bebidas mientras leíamos la carta. Mi esposa decidió tomar una sangría la cual ofrecen preparar en vino tinto o en vino blanco. Ella optó por la segunda. Yo pedí una limonada ante lo cual Luis me responde con una pregunta: ¿natural, cerezada, de coco o de mango viche? Escogí la de coco.
Vale la pena resaltar que los martinis son la especialidad de licores de la casa. Casi cualquier forma de prepararlos se puede pedir y disfrutar una exquisita preparación.
Al revisar la carta se nota que la cocina es especializada en los platos ofrecidos ya que tiene pocas opciones para elegir pero con muy buen gusto sobre lo ofrecido. La preparación de cada uno de los platos desde las entradas hasta los postres está muy bien seleccionada para satisfacer los gustos y crear la indecisión sobre lo que se va a ordenar para la cena.
Las entradas van desde el tradicional carpaccio de res, pasando por el de pulpo, pulpo a la parrilla, langostinos, entre otros. Los platos fuertes presentan alternativas de carne (el steak pimienta es el más pedido), de pescado, aves (pato y pollo) y pastas. Unas ensaladas de complemento y adicionales hacen el total de un menú absolutamente delicioso. Realmente es corto pero no es fácil decidir qué ordenar.
Después de mucho pensar y de solicitarle a Luis la explicación de cada uno de los platos, optamos por pedir un arroz caldoso de langostinos con colitas de langosta y chorizo español y una entraña de carne Angus (importada de USA). Mientras esperábamos nuestra orden nos ofrecieron un pan de cortesía con un aderezo preparado con aceite de oliva, parmesano, tomate y un toque especial de la casa.

Mientras conversábamos de diferentes temas llegaron las bebidas. Primero llegó la sangría, servida en copa de vino blanco con una explosión frutal en su interior que resaltaba el dulce del vino blanco con lo ácido de las frutas entre las cuales resaltaban la manzana roja y la verde. La limonada de coco no se quedaba atrás, estaba muy bien preparada sin ser demasiado dulce ni dejar de lado el exótico sabor del coco.
Durante el tiempo que esperábamos nuestra comida admiramos el lugar. Estábamos sentados en unas sillas de estilo CONTEMPORANEO color beige acomodadas en las mesas de madera blanca en un espacio de altos techos y baja iluminación donde predominan la barra y el peculiar baño. La barra está decorada con numerosas botellas con diversos colores y tiene unos taburetes altos que permiten sentarse y deleitarse en pareja o un pequeño grupo. Tiene detalles como una cabina de teléfono público en uno de sus extremos que le da un toque muy llamativo.
El baño destaca por sus toques antiguos y su diseño fuera de serie. El piso de baldosas blancas y negras resalta la geometría y el lavamanos puesto sobre una bicicleta antigua, entre otros detalles, hacen de este baño un lugar diferente.
Fuimos interrumpidos por la llegada de un plato circular blanco, de diseño moderno, donde reposaba sobriamente nuestro pulpo. Acomodado en el plato a manera de cruz había cuatro tentáculos grandes que se reunían en el centro sobre un puré de papa amarilla con aguacate, trozos de pulpo y decorados con cebolla roja, tomate en cuadros y algunos brotes. La textura del pulpo a la parrilla dejaba sentir lo crocante en los extremos de los tentáculos y lo suave en el interior, con un ligero toque de pesto haciendo de este una entrada que vaticinaba lo que sería nuestra experiencia en este lugar.

Fuimos comiendo el pulpo tranquilamente, disfrutando cada bocado y acompañando la conversación de temas variados. No nos dimos cuenta en qué momento terminamos la entrada cuando apareció Luis para retirar los platos. Pasaron unos cuantos minutos antes de que llegara un plato de sopa hondo con borde ancho en el cual descansaba (no por mucho tiempo) el arroz caldoso, rebosando en un caldo aromatizado por el tomate como principal ingrediente y decorado con una corona de langostinos y colitas de langosta. Al probarlo se sentía una textura sedosa producto del caldo y crocante característico de los langostinos junto a la ternura de la carne de las colas de langosta. Un plato sencillamente sublime, despierta sin darse cuenta todos los sentidos y deja la sensación de querer más.

Al momento llegó la entraña. Sin palabras para describir la suavidad de la carne, el fuerte sabor impreso por la salsa de la casa y la textura exterior de una costra suave otorgada por las flamas de la parrilla, las cuales le dieron, en compañía del chef, el punto exacto a la carne para que quedara jugosa, tierna, con un liguero tueste en el exterior pero sin perder nada de la suavidad del interior, pintado de un fuerte marrón afuera y degradando los tonos de rosado en el interior. El corte se asa entero pero se sirve cortado en julianas lo que permite apreciar los colores dentro de la carne y que sus jugos rebosen y se fundan con los restos de la salsa en la que se marina y se asa la carne. Viene acompañada de cascos de papa sofritos y ensalada que ayudan a matizar el intenso sabor de la entraña.

Prolongamos el placer de comer estos suculentos platos por el mayor tiempo posible ya que mantienen una temperatura caliente dado el caldo del arroz y la plancha en la que se sirve la carne. Cuando terminamos se acercó nuevamente Luis a retirar los platos y posteriormente nos ofreció el postre. Sólo alcanzó a nombrar el Napoleón y el merengón cuando lo interrumpí para seleccionar este último del cual tenía muchos años sin probar. Lo sirven en un jarro de tapa a presión bastante llamativo. Es un postre sencillo pero lleno de mucha textura. La crema tenía el toque exacto de dulce para no ser empalagosa ni simple; las frutas eran fresas y melocotones que estaban bien maduras y en su punto y el merengue le daba el toque dulce al postre. Tuvimos que compartirlo por el tamaño y porque ya no podíamos comer más.
Al finalizar la noche solicitamos nuestro vehículo el cual fue llevado a la puerta en pocos minutos. Salimos con rumbo a casa con una sensación de satisfacción por la comida y la amable atención. En otra oportunidad esperamos poder disfrutar del Jack Bar después de comer, pero esta vez no podíamos. La verdad es que es un sitio muy agradable, un ambiente sensacional (cuando salíamos se preparaban para tocar música en vivo) y las porciones de los platos son generosas. Realmente hay que ir.
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