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NUESTRO PLANETA

  • Revista B&T
  • 20 mar 2016
  • 5 Min. de lectura


Una de las grandes creaciones de la vida es nuestro planeta, la Tierra. Sin importar cuál sea la teoría que usted crea sobre la existencia de los planetas y la vida en ellos, si crea n la teoría religiosa donde Dios creó la Tierra y la vida en ella, o si prefiere la teoría de la evolución la se dice que los planetas se formaron de la acumulación de polvo de estrellas ocasionado por la explosión de alguna de ellas y que la vida se desarrolla a partir de la evolución de microorganismos y demás; es aquí donde vivimos y hay que cuidarla para que no sigamos destruyéndola y que nuestros descendientes puedan disfrutar de lo que hemos disfrutado nosotros.


El hecho de que vivamos en una ciudad (grande o pequeña) y que rara vez salgamos a pasear y disfrutar del campo, no nos da el derecho de ignorar lo que sucede con nuestros ríos, mares, lagos, lagunas, prados, llanuras o cualquier otro paisaje de la naturaleza. Cada uno de ellos es un ecosistema y dependemos de ellos para mucho más de lo que nos imaginamos.



Sólo por citar un ejemplo de la dependencia de los ecosistemas, el desierto del Sahara y el bosque lluvioso del Amazonas están íntimamente ligados. “Cada año, intensos vientos del Sahara envían enormes nubes de polvo en un viaje transatlántico hacia la cuenca del Amazonas. Este polvo, en gran parte originario del lecho de un antiguo lago en Chad, es rico en fósforo. Cuando llega al bosque lluvioso, los restos de los organismos del Sahara muertos hace mucho tiempo proporcionan nutrientes cruciales para la flora viva del bosque lluvioso. El fósforo, que es esencial para el crecimiento de las plantas, escasea en el Amazonas. El polvo del desierto que se deposita en el bosque cada año ayuda a reducir este déficit.” Este rio de polvo atmosférico tiene más de 17.000 kilómetros y une estos dos ecosistemas transportando alrededor de 27 millones de toneladas al año de polvo, según estudios de la NASA.



No podemos pensar que nuestras acciones en nuestro planeta, nuestro continente, nuestro país, nuestra ciudad, nuestro barrio o nuestra casa no son importantes y no afectan en nada los ecosistemas. Si botamos una lata de refrescos o de cerveza al mar, esta termina descomponiéndose y afectando la vida animal y vegetal del mar. Si arrojamos basura plástica en la calle, debemos saber que no se degrada y que los animales que viven en nuestro entorno la pueden usar o incluso comer o simplemente enredarse con ellas llevándoles a atrofias o incluso la muerte.


Cuando compramos vivienda en conjuntos residenciales nuevos y no le exigimos al constructor que mantenga los andenes con zonas verdes y que no tale los arboles de la zona, estamos ayudando a incrementar la erosión de nuestra ciudad y la de los sitios cercanos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se debe contar con 15 m2 de zonas verdes por ciudadano y que mínimo sean 10 m2. Cada vez menos arboles dan sombra a nuestras ciudades y los parques están siendo despejados de árboles y el pasto lo cambian en ocasiones por materiales sintéticos. Esto puede ser más fácil de mantener para poder ofrecer espacios de entretenimiento a la población, pero ayudan a erosionar la tierra afectando así muchas otras cosas en el ambiente.



Si apoyamos, aún sin saberlo, la minería ilegal y la tala indiscriminada de bosques tropicales, estamos agrandando los daños causados por el efecto invernadero ya que los bosques tropicales están aportando lo suya a la conservación del planeta al absorber una mayor cantidad de CO2 que antes. Muy posiblemente cerca del 30% del CO2 es absorbido por los bosques y la vegetación para convertirlo en oxígeno.


Si se unen los daños ocasionados por todos los seres humanos al planeta (daños que no se hacen conscientemente) estaríamos armando un efecto dominó de destrucción ya que cuando la naturaleza no pueda aguantar más, el daño será catastrófico e inmediato como ya se ha vivido en la Tierra hace miles de años.


Pero si hacemos un efecto dominó para conservarlo podemos recuperar nuestra vida natural y tener recursos naturales para soportar la vida en el planeta. Algunos estudios sobre Marte plantean que pudo haber vida en el planeta rojo ya que se han encontrado formaciones que parecen lechos de un gran mar o lago. Si hubo agua en Marte, seguramente hubo vida. Si hubo vida en Marte y ya no hay eso nos puede llegar a suceder a nosotros. Que no lo veamos en vida no quiere decir que a nuestras generaciones venideras no les toque vivirlas y no sabemos si estamos preparando a nuestros hijos para vivir como nosotros o para sobrevivir la destrucción del planeta.



La presencia del hombre en la Tierra significa que hay un ser de inteligencia superior que puede controlar muchas variables de su entorno para llevarlas a ser productivas para sí mismo. Pero lo que el hombre ha demostrado que puede hacer por su casa es descuidarla. Desde hace mucho tiempo se habla del daño a la capa de ozono y de lo que esto puede causar como el derretimiento de los polos, lo cual está sucediendo y parece no importarle a nadie.


Comencemos a crearles conciencia del cuidado de la casa y que consideren que lo que hagan fuera de ella es como si lo hicieran allí. De esta manera se acostumbrarán a cuidar su casa y su Tierra. Este año en la premiación de los Oscares, la gran ganadora fue una película apocalíptica, “Mad Max”, la cual muchos vieron en su versión original protagonizada por Mel Gibson en 1979. Básicamente muestra lo que puede suceder con el planeta si no se cuidan los recursos naturales. Es un tema que ya se veía en ese entonces y que sigue vigente hoy en día, 35 años después y en otro siglo, pero que todavía se vislumbra como un efecto que puede llegar a suceder y no se ve lo cerca que está.


Si no comenzamos a hacer algo hoy, es posible que sea muy tarde mañana. Nuestros hijos y nietos pueden llegar a pagar un precio muy alto por las acciones que estamos tomando en este momento. Si no actuamos ya, muy probablemente los únicos animales vivos que vean nuestros hijos y nietos sean los de los zoológicos, si es que sobreviven.


Si nuestras tierras, que hoy son fértiles, dejan de ser suficientes para cultivar y producir alimentos suficientes para la población y para los animales que de ellos se alimentan, no tendremos nada para comer lo que ocasionaría una hambruna mundial que podría llevarnos a la extinción de la raza humana. Comience hoy mismo a cuidar su casa. No arroje basuras a la calle, no corte los arboles sin necesidad ni para tener más espacio para construir, no desperdicie el agua, la energía eléctrica, la comida, no arroje baterías a la basura (contamina el suelo), mantenga su jardín (si no tiene uno, hágalo), no cambie los antejardines de su casa por concreto para parquear vehículos, no compre oro ni materiales ni piedras preciosas si no son certificados, no se haga el de la vista gorda con las noticias del medio ambiente, exija y cumpla.


Fuentes:


NASA

EL TIEMPO


 
 
 

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