¿VIVIMOS EN COMUNIDAD?
- Revista B&T
- 20 abr 2016
- 4 Min. de lectura
Según dice el Diccionario de La Lengua Española, de la Real Academia de La Lengua Española, el significado de comunidad es:
Comunidad: Del lat. communĭtas, -ātis, y este calco del gr. κοινότης koinótēs.
1. f. Cualidad de común (‖ que pertenece o se extiende a varios).
2. f. Conjunto de las personas de un pueblo, región o nación.
3. f. Conjunto de naciones unidas por acuerdos políticos y económicos. Comunidad Europea.
4. f. Conjunto de personas vinculadas por características o intereses comunes. Comunidad católica, lingüística.
5. f. comunidad autónoma.
6. f. Junta o congregación de personas que viven unidas bajo ciertas constituciones y reglas, como los conventos, colegios, etc.
7. f. Común de los vecinos de una ciudad o villa realengas de cualquiera de los antiguos reinos de España, dirigido y representado por su concejo.

Se puede apreciar con una rápida leída al significado, que la comunidad conlleva el vivir y tener algo en común con quienes viven en nuestro entorno. Hoy en día el mundo está tan globalizado que hasta podríamos llegar a pensar en que somos parte de una sola comunidad en la cual vivimos, trabajamos, socializamos y pasamos gran parte de nuestra vida en torno a ello.
Paradójicamente, cuando salimos de casa y vemos miles de personas a quienes no conocemos, ese concepto se pierde. Cuando las personas van detrás de un volante ya no recuerdan lo que significa una comunidad; cuando van a hacer una fila en un banco, entidad gubernamental, o cualquier sitio, ya no recuerdan lo que significa una comunidad; cuando hacen una llamada telefónica para solicitar algún servicio o presentar una queja, ya no recuerdan lo que significa una comunidad.

Nuestras sociedades han establecido un sinnúmero de pautas para lograr que nuestra vida en comunidad sea lo más placentera y sin problemas posible. El hombre es un ser sociable por naturaleza y así debe permanecer si se logra aceptar que las condiciones de vida son dadas para todos por igual. La naturaleza no tiene distinciones espaciales según apellidos, posición social, estatus económico ni ninguna otra “justificación” que se pueda encontrar. La era del “¿usted no sabe quién soy yo?” deja sentado que estamos olvidando la esencia de nuestra naturaleza y de nuestra convivencia. Solo deja asomar una desviación de los valores personales y comunitarios de nuestra época.

Solo basta con salir de nuestros edificios a la calle para encontrar en muchas salidas de los parqueaderos, un letrero que le avisa al peatón “Cuidado, vehículos saliendo”, cuando en realidad lo que deberían es recordarle al conductor “Cuidado, peatones en el andén”; o cuando llegamos a los centros comerciales y utilizamos el ascensor dejando a personas discapacitadas, mujeres embarazadas, niños en coche, adultos mayores o personas con movilidad reducida sin poder hacer uso de dicho ascensor, el que fue instalado para el uso preferencial de ellos; cuando estacionamos en lugares reservados e indicado con pintura o señalización de color azul, lugares que la ley exige a los sitios públicos que dispongan especialmente para las personas discapacitadas, mujeres embarazadas y personas con movilidad reducida; cuando vamos conduciendo un vehículo y le negamos la salida a otro de un parqueadero; al conducir nuestras bicicletas o motos en los andenes a alta velocidad o haciendo que los peatones se quiten del camino; cuando, por no dar una vuelta a la manzana, conducimos en contravía (especialmente las motos); cuando al entrar a un sitio público no dejamos salir antes a los que lo están haciendo; cuando aceleramos el vehículo al ver que algún otro va a tomar nuestro carril; cuando buscamos la forma de adelantarnos en una fila, tratando de encontrar alguien conocido que nos deje pasar adelante; y la lista puede seguir y ser interminable.
Las sociedades modernas se caracterizan por la velocidad con que están actuando y la “falta de tiempo” para hacer las cosas cotidianas. Hace un par de décadas los amigos se reunían con frecuencia para compartir lo vivido en la semana, la gente llamaba a desear un feliz cumpleaños, se celebraban los logros y las visitas a las casas eran muy frecuentes. Hoy los amigos se chatean todo el tiempo, pero no se ven casi, las llamadas de felicitaciones se cambiaron por un frio mensaje en el chat, las celebraciones en casa se cambiaron por una tarjeta electrónica y los planes entre amigos casi siempre son para verse en un restaurante o un bar.

La sociedad está acabando con los valores y el placer de una reunión social. Antes se tenían pocos amigos pero eran verdaderos, estaban allí cuando los necesitabas. Hoy existe una competencia para ver quien tiene más amigos en Facebook pero cuando los ven en la calle ni los miran y mucho menos los saludan. Estamos viviendo una despersonalización de nuestras relaciones y eso conlleva a que perdamos el respeto por la persona. Por ello estamos cambiando nuestra forma de vivir.
Qué diferente sería todo (y está invitado a hacer la prueba) si viviéramos con una sonrisa en la cara, si obráramos con empatía, poniéndonos en los zapatos de los demás, y comenzáramos a ser más amables, a ceder un puesto, a ceder el paso, a perder un minuto de tiempo pero ganar un amigo en el cielo, a trabajar por un bien común y no por los intereses propios. Otro sería nuestro vivir si recordáramos cómo se vive en comunidad. Retomar la época en que la gente paraba el carro en mitad de la calle para que terminara una jugada de un partido de bola’e trapo, cuando se le podía ofrecer ayuda a un desconocido sin que lo miren raro pensando que le van a atracar, cuando se podía entablar conversación con desconocidos en cualquier parte sin miedo a lo que pueda pasar o a quien sea esa persona, cuando los niños podían ir al colegio en bicicleta sin miedo a que los atropellara un carro.

La vida en comunidad implica el respeto por los demás, porque en ella se contemplan los deberes y los derechos. Y es necesario recordar que los derechos de una persona terminan donde comienzan los de los demás y allí comienzan nuestros deberes. Tomemos conciencia de lo que estamos haciendo y la forma en que estamos viviendo, eso es lo que le dejaremos a nuestros hijos y nietos. Recordemos lo que significa vivir en comunidad.
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