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REESTRUCTURACION ADMINISTRATIVA

  • Luis Felipe Buitrago, B.A. M.B.A.
  • 20 abr 2016
  • 4 Min. de lectura

¿CUANDO SE DEBE REESTRUCTURAR UNA EMPRESA?

Hace un tiempo recibí una llamada de un asociado de negocios que quería que le acompañara a visitar a un cliente. Mi asociado estaba especializado en desarrollar soluciones de software a la medida o de misión crítica y el cliente quería solucionar un problema de hurto continuado en su empresa, hurto que tenía muchísimos años en el sector y que no habían podido controlar nunca. Me pidió que fuera para poder analizar la situación organizacional y de procedimientos de la empresa para ver si eso podía ayudar.



Nos reunimos con el cliente y me dediqué a escuchar la historia que contaba de la operación de la empresa. En resumen, el hombre tenía varias empresas relacionadas a un solo objeto, la operación de dos de ellas, dedicadas al mismo negocio pero atendiendo mercados diferentes. Aunque las empresas eran rentables todas, el cliente quería lograr obtener la mejor utilidad de cada una de ellas y pensó en controlar el robo continuado para aumentar la utilidad.


Al analizar el funcionamiento, encontré que las 5 empresas funcionaban en dos sedes; que una de ellas era el banco de las demás; que dos se dedicaban a lo mismo pero que no se podían unificar; que tenía tres Gerentes Generales, 2 Subgerentes, 3 Jefes de Contabilidad, 3 Jefes de Recursos Humanos, 1 Tesorera para todas las empresas, 2 Jefes de Operaciones, y así seguía la lista.


¿Por qué se presentaba esta situación? Las empresas iban creciendo y formándose según las necesidades que surgían en cada momento a través de los años y se iban saliendo de control sin que nadie se diera cuenta porque sus actividades diarias estaban muy recargadas y no tenían oportunidad de darse cuenta de los errores administrativos que se estaban cometiendo.



Muchas veces se presentan situaciones similares debido a que las empresas se comienzan en pequeño para ver si resultan rentables y se van creciendo a medida que se van necesitando los recursos humanos o físicos, lo que lleva a la desorganización administrativa y de procesos, a encontrar plantas de producción con reprocesos o con diseños absurdos e ilógicos cuando se ven, pero que eran la “única” alternativa para crecer y no dejar de producir.


Los altos costos de los arriendos, los créditos bancarios, los insumos y la incertidumbre comercial de nuestras economías, llevan a que en Latinoamérica se trabaje con las uñas. Los nuevos empresarios son, en su mayoría, personas que están buscando alternativas a la generación de ingresos por haber perdido sus empleos o por no haber podido conseguir uno al terminar los estudios.


Cuando se tiene éxito con la empresa se comienza a sufrir el calvario dado a la falta de recursos para poder pagar una nómina con el nivel de estudios necesario y es cuando se ve que el dueño comienza a hacer de todo en su empresa. AL llegar a cierto nivel y para poder descargar un poco las responsabilidades en alguien que le ayude es cuando contrata profesionales para ocupar cargos de desarrollo gerencial, pero los busca con bajas aspiraciones laborales amparado en que “no puede pagar más de…”. Lastimosamente siempre encontraran personas que se empleen por poco pero que les ayude a sobrevivir.



En un momento dado, volviendo al caso de mi cliente, las empresas crecen y se vuelven una especie de tienda de barrio, en la que el dueño se encarga de todo y controla todo, entorpeciendo cualquier labor que se quiera ejecutar con tal de estar “cuidando su plata” y estar al tanto de todo lo que sucede en su empresa. Pero se olvidan de lo básico y es que no se debe entorpecer el funcionamiento de lo que debe estar funcionando. Es decir que, no podemos permitir que nuestras ganas de cuidar no dejen crecer. Cuando el empresario siente que el negocio está creciendo muy rápido y que se le está saliendo de las manos es porque ya eso pasó. Cuando el empresario siente que no tiene tiempo ni para descansar ni compartir con su familia y que se la pasa todo el tiempo en función de lo que sucede en la empresa, es síntoma de que hay algo que hacer. Ese es el momento clave.


No quiero decir que haya algo malo, aún, sino que es el momento de crecer y de volver a empujar la empresa para subir un escalón más. Allí es cuando hay que buscar ayuda y reestructurar todo lo que estaba haciendo hasta el momento. Es mucho más barato hacerlo en ese momento que cuando se tiene un cuello de botella que puede llegar a quebrar la empresa.


Existe un refrán que dice que “es de sabios oir consejos” y eso se aplica en estos casos. Muchas veces el día a día de nuestros trabajos no deja que nos demos cuenta de los errores que estamos volviendo procedimientos por la sencilla razón de que “aquí se hace así” y el daño que podemos estar causando en la empresa al convivir con ese error. Un ojo crítico ajeno a la compañía puede descubrir rápidamente lo que está mal y ayudarle a solucionarlo. No importa cuántos años tenga usted al frente de su empresa, ni el volumen de ventas que ha logrado, ni el imperio que haya creado, siempre va a haber algo que corregir.



Abra su mente, sea sabio y busque ayuda aunque crea que no la necesita. Una reestructuración de la empresa significa que usted está llegando a un nivel superior o que está a punto de bajar precipitadamente. El problema es que en ninguno de los dos casos existen síntomas latentes hasta que es demasiado tarde. Recuerde que entre más alto suba más duro es el golpe al caer. No deje que eso suceda. Piense si ¿es ahora el momento de reestructurar mi empresa?


Luis Felipe Buitrago, B.A. M.B.A.

Consultor Empresarial



 
 
 

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