UNA VIDA DE INSPIRACIÓN PARA NUESTROS HIJOS
- Maria Mercedes Acosta
- 20 abr 2016
- 3 Min. de lectura
Hace poco leí algo acerca de un niño que se había suicidado. Hablaba de la tragedia en su familia y de lo importante que es inculcar el amor a Dios a nuestros niños. Es algo que no quisiéramos que pasara en nuestra familia ni en la de nuestros amigos, pero que hay que analizar el motivo por el que suceden esas cosas, porque nadie está exento.

Al escuchar esto, quienes tenemos hijos, muy seguramente miramos hacia nosotros mismos y tal vez nos examinamos con el fin de verificar que estamos haciendo bien la labor de Padres.
El punto es que, como muchos reconocidos psicólogos lo afirman, los niños son como espejos, son esponjitas que absorben lo que ven y lo repiten; entonces, antes de revisar muchas cosas en el desempeño de la labor, debemos interiorizar principios y empezar a vivir de acuerdo a ellos. El creer en un Dios y vivir de acuerdo a Sus principios nos lleva a echar fuera el temor, ya que “El perfecto amor (que Dios nos da), echa fuera el Temor” (parafraseo 1 Juan 4:18).
Esto me lleva a pensar que si reviso primero mi vida y la pongo en sintonía con Dios, la de mis hijos, se sintonizará con El muy fácilmente. Esto, producirá, como mínimo, una ligera sensación de tranquilidad.
¿Cuáles son los principios de los que hablo? Debo irme, entonces, a mi libro favorito: La Biblia. Al repasarla, encontramos relatos de vidas y del pueblo de Dios, con comportamientos que denotan fe, humildad, perdón, nobleza y mucho, pero mucho, amor.
En cuanto a la fe, Hebreos 11:1 nos dice que la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Hay que vivir creyéndole a Dios. Y esto es fe. Marcos 11:24 dice: “Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán”.
Vivir por fe no es fácil, ya que para esto, tenemos que tomar la decisión de hacerlo y desprendernos de muchas creencias racionales. Pero vale la pena tomar esta decisión cuando se trata de tener una comunión con nuestro Creador.
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que El existe y que recompensa a quienes lo buscan” Hebreos 11:6.
Con respecto a la Humildad, si nos vamos a 2 Crónicas 7:14, encontramos:
14 si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

Esto me dice que al buscar Su rostro, con humildad pidiéndole perdón, El me escuchará, perdonará y mi vida con todo lo que en ella hay, será restaurada.
El perdón es lo más edificador y gratificante que puede existir. Nos lleva a una vida liviana y feliz.
“Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo”. Efesios 4:32.
"El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos." Proverbios 17:9.
Este último versículo me lleva al amor. Y como dijo Pablo en 1 de Tesalonicenses 3:12, Que el amor que tienen por los demás crezca y sobreabunde.
De esto se trata todo, del amor. Si nuestras vidas están basadas en el amor al prójimo, se sintonizarán muy fácilmente con Dios y así seremos el mejor modelo para nuestros hijos.
Él nos manda a amarlo por sobre todas las cosas y esto nos lleva a amar al prójimo como a nosotros mismos.
Seremos ese tipo de Padre que es Dios para nosotros, padres que viven la vida junto con las de sus hijos, padres sensibles, comprometidos donde la fe, el amor, la humildad, el perdón y la nobleza son los pilares más importantes de la familia.
La mejor forma de enseñar es inspirar. ¡Lleva una vida de inspiración para tus hijos!
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